Una profunda fe en Dios, en la Virgen María y en la corte celestial, alumbró el mundo espiritual del conquistador y del criollo. La inspiración espiritual reposaba también en una acentuada fidelidad al magisterio de la Iglesia. La estrecha unión con el Estado confundió los fines de ambos que aparecieron, por así decirlo, actuando en un solo sentido. Esta comunión provenía desde tiempos remotos, cuando la religión había hecho posible la unificación de España.
La religión en la época colonial fue un gran cambio para los indígenas, ya que no entendían el objetivo ideal de los españoles, el de evangelizar.
“La religiosidad colonial podía cobrar formas diversas y aun contradictorias en apariencia, dependiendo del sector social al que nos remitamos, del espacio que estudiemos, o del contexto histórico en el cual se desenvuelve nuestro objeto de estudio. En el Perú la naturaleza de esta religiosidad y de las formas en las que se expresó le debe mucho al catolicismo presente desde el momento mismo de la conquista, pero también es tributaria de los propios cultos locales prehispánicos e incluso de los cultos africanos introducidos a América por los esclavos negros.”
Una de las formas que la religiosidad colonial desarrollo con notable vigor fueron las cofradías. Una cofradía era una asociación laica de culto con carácter cooperativista, en tanto que el objetivo primordial era la celebración y cuidado de una imagen divina(santo patrón, santa patrona o dios mismo en el santísimo sacramento o Jesucristo) , y donde además los miembros podían obtener una serie de beneficios a cambio del cumplimiento de una serie de obligaciones (pago puntual de las contribuciones monetarias, asistencia a las celebraciones litúrgicas, administración eficiente de los bienes de las cofradías, etc.) estipuladas en dos tipos de “contratos” especialmente preconcebidos llamados constituciones y cartas de hermandad .
Durante el periodo colonial surgió ¨El tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Lima´´. La llegada del santo oficio a las colonias americanas no sólo fue un evento de orden eclesiástico, ya que sus intenciones iban más allá y se internaban en los aspectos del control ideológico y político de la población urbana. Sobre todo en un territorio nuevo abierto a una serie de posibilidades de desarrollo cultural y económico, como también a la llegada de nuevos actores sociales como los extranjeros, temidos siempre por ser parte de otras tradiciones nacionales y culturales o por ser miembros de minorías religiosas, que fueron excluidas de los espacios reconocidos tanto como cristianos viejos o nacidos en la tradición hispánica.
En los dos siglos y medio de la Inquisición en Lima, cuya jurisdicción comprendía los territorios actuales del Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, el Tribunal sentenció a 1474 personas, aproximadamente, la mayoría de las cuales fue condenada a pagar multas, rezar oraciones, colocarse el sambenito, etc. El total de los casos en que se aplicó la pena de muerte fue de 32; la mitad de ellos quemados vivos y otros tantos condenados al garrote
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